Alemania, 1942. El Coronel Stauffenberg ama a su patria, pero es consciente de que el ascenso de Hitler ha provocado la muerte, el horror y la Segunda Guerra Mundial. Decidido a conspirar en la sombra antes de que Europa quede destruida, busca adeptos en el frente y en la resistencia alemana. La idea es matar al Führer y utilizar el propio plan de emergencia nazi, la Operación Valkiria, para derrocar al régimen. Lo que nunca pensó es que él sería el encargado de intentar asesinar al dictador.
FICHA TECNICA
Título V.O.: Valkyrie
Año de producción: 2008
Distribuidora: Hispano Foxfilm
Género: Thriller
Clasificación: Pendiente por calificar
Estreno: 30 de enero de 2009
Director: Bryan Singer
Guión: Christopher McQuarrie, Nathan Alexander
Música: John Ottman
Fotografía: Newton Thomas Sigel
Intérpretes: Tom Cruise (Claus Von Stauffenberg), Terence Stamp (Ludwig Beck), Kenneth Branagh (Henning Von Tresckow), Tom Wilkinson (Friedrich Fromm), Thomas Kretschmann (Otto Ernst Remer), Bill Nighy (Friedrich Olbricht), Eddie Izzard (Erich Fellgiebel), Christian Berkel (Mertz Von Quirnheim), Carice van Houten (Nina Von Stauffenberg)
Crítica
La historia le llegó por casualidad al cineasta Bryan Singer gracias a su guionista de confianza, Christopher McQuarrie, que la descubrió durante un paseo por calles berlinesas. El director de "X-Men" y "Superman Returns" dice que el protagonista de "Valkiria" no está para nada alejado de los héroes que está acostumbrado a filmar, de hecho, ha añadido su tradicional toque de suspense.
El encargado de dar vida al valeroso Claus von Stauffenberg es Tom Cruise, que regresa a la gran pantalla en un papel histórico muy diferente a los realizados en "Leones por corderos", "La guerra de los mundos" o la saga "Misión Imposible". Junto a él encontramos a Kenneth Branagh, muy centrado últimamente en su labor de director (La flauta mágica), y Tom Wilkinson (RocknRolla). Completa el reparto, la holandesa Carice van Houten (El libro negro), a la que parece sentar fenomenal la estética del cine clásico.
"Valkiria" son dos películas en permanente tensión entre ellas. Por un lado la película que a Bryan Singer le han dejado hacer, que se muerde la lengua para que el metraje no se fugue más allá de las dos horas, y aquella otra que habría hecho si le dejaran. Es posible que si Singer fuese un director de esos que se pueden permitir el lujo de decir aquí estoy yo en la sala de montaje, "Valkiria" hubiera sido una gran película. No lo es por lo que se adivinan conflictos irreconciliables entre realizador y productores. Singer ha perdido en algún momento de la producción el control sobre el montaje final y no sabe disimularlo. El cine histórico no es precisamente un género de masas, y si además carga a cuestas con el agravante de prolongarse durante 150 o 180 minutos el fracaso está cantado. Por ese motivo "Valkiria" tenía que caber, por lo civil o por lo criminal, en menos tiempo. Y al final cabe, claro, pero con embudo.
El título no juega al despiste, es una película-crónica de la operación homónima bajo cuyo amparo un puñado de oficiales del ejército nazi orquestaron un golpe de estado que incluía la liquidación del Führer. Pues bien la cinta no se anda por las ramas, se mete en harina por la vía rápida y avanza rauda y veloz hacia la resolución de la apasionante conspiración. Lo que Singer nos cuenta esla historia de Valkiria y no de Von Stauffenberg, el brazo ejecutor de la conjura. Nada sabemos de sus (extaordinarios) antecedentes, de su misteriosa amistad con el polémico poeta Stefan George, de sus escarceos con el nacionalismo místico, de su militancia en una sociedad secreta que iluminó el camino hacia la disidencia. A Singer Von Staufenberg no le interesa como personaje, los apuntes concernientes a su mujer e hijos son marginales, accesorios y extremadamente vagos y sus motivaciones oscuras y esquemáticas.
El Von Staufenberg persona, no el conspirador patriota, se queda en el limbo de un montaje conflictivo. Como también la tercera (y la segunda en algunos casos) dimensión de los conspiradores en la sombra (las lagunas son singularmente agudas en torno a los personajes de Kenneth Branagh y Terence Stamp), sus porqués e incluso la propia lógica de su implicación en la trama. "Valkiria" es una película de ritmo suelto, una superproducción de soberbia factura y un thriller político de puntual envergadura que hace aguas por no pocos frentes.
La tensión se resiente, y no precisamente por la falta de velocidad y/o intensidad en la gestión de la adrenalina del adictivo relato, sino por la pluma superficial que define el desfile de personajes planos, de motivaciones ultraligeras. En ese sentido "Valkiria" tropieza con las mismas piedras con las que tropezaba "Stauffenberg", telefilme alemán de 2004 protagonizado por Sebastian Koch ("La vida de los otros") que abordaba el meollo desde la misma ventana y a cuyo discurso lineal y meramente informativo la película de Singer no agrega novedades sustanciales.
Queda, eso sí, el peso específico de una línea argumental envolvente y apasionante, la dramatización de un sobrecogedor pedazo de historia emulado con artesanal esmero y con toda la parafernalia escénica de una producción de gran envergadura, sin un sólo minuto de tregua, pilotada por un heterogéneo pelotón de actores comprometidos y eficaces. "Valkiria", no exenta de virtudes, camina de puntillas sin dejar rastro de la horma de sus zapatos. Singer elude así la profundidad del discurso histórico, la conciencia reflexiva de la reconstrucción crítica de las luces y sombras de un pasado jugoso, entreteniéndose en la puesta a punto de la mecánica de un reloj cuyas piezas desconoce y no tiene interés en conocer. Sus nazis, su Berlín y su Adolf Hitler son siluetas sin proyección en el tiempo ni en el espacio.
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